Siempre he pensado que las cosas complejas se resuelven
dialogando, la violencia es un recurso que nunca debería ser considerado;
normalmente este tipo de recursos no muestran la fortaleza del agresor sino por
el contrario muestran su debilidad y en estos días tanto la violencia física
como la verbal han saltado a la palestra con motivo de la reforma a la
#LeyDeHerencias.
En esta reforma hay algunas cosas que se deben analizar, la
primera de ellas es la legitimidad de un impuesto de este tipo. Cabe entonces
preguntarnos si se trata de un impuesto que tiene algún sentido o se trata de
un invento de este gobierno. En esta línea de análisis vale señalar que, al
otro lado del mundo, países con economías pujantes como Japón y Corea del Sur
lo aplican, por supuesto con los matices apropiados a su contexto y en niveles
(tasas marginales) superiores al que se plantea en nuestro país. Se aplica
también en Europa particularmente en el Reino Unido en donde la tasa es
bastante alta y en los Estados Unidos en donde por décadas hizo posible[1] el
sueño americano.
Tomemos en cuenta que una de las transformaciones sociales
que no se han dado a lo largo de nuestra
historia republicana es la permeabilización de las clases sociales, lo
que equivale a mantener una inmovilidad social en donde quienes nacen pobres
han estado destinados a “morir pobres”; aquí se aplica de forma implícita la
frase “nadie entra nadie sale” y se tiene como consecuencia que un pequeño
grupo de familias hayan controlado la mayor parte de los medios de producción
por décadas e incluso siglos. Esto por definición limita las posibilidades de
desarrollo de los estratos menos favorecidos de la población y perpetúa los
esquemas de dominación social que ya conocemos.
Un impuesto a la herencia no es entonces nada nuevo ni
tampoco una ocurrencia que refleje odio por los sectores pudientes, se trata
más bien de un mecanismo para promover la movilidad social que ha sido empleado
por países del primer mundo y cuyo efecto positivo en la reducción de la
desigualdad ha sido verificado empíricamente[2]. Se
puede discutir sobre los valores y niveles de la tabla, se puede también
discutir sobre la estrategia comunicacional que empleó el gobierno para darlo a
conocer, inclusive se puede discutir del efecto que puede tener en los niveles
de inversión, pero no se puede desligar la responsabilidad social que tenemos
todos en un estado que por definición busca ser equitativo e igualitario en
cuanto a oportunidades.
La vorágine política que se ha desatado puede tener dos
lecturas: en la primera la sociedad se ha visto agitada por una campaña de
desinformación bien orquestada que puede tener consecuencias políticas si no se
implementa de forma inmediata una respuesta adecuada; y, la segunda
que más allá de las consecuencias, es importante que nos involucremos todos en
los aspectos políticos que marcan el desarrollo de nuestro país, recordemos que
el éxito de las élites se basa en que han logrado que nos desinteresemos por
las cosas importantes que afectan a nuestra sociedad, así han logrado el
control total y nuestra participación en la vida política del país se ha
limitado a votar.
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