A propósito del artículo de diario el Comercio
en el que compara el número de ministerios en América Latina y
particularmente entre Ecuador y Brasil[1]
es necesario señalar que algo que no se debe descuidar cuando se
realiza una
investigación por mínima que sea es el rigor, en el caso de la
investigación mencionada tiene un enfoque que, por decirlo menos, deja
ver un
sesgo que desinforma y una falta de rigor evidente.
El número de ministerios que tiene un país no refleja que
tan bien o mal se están destinando los recursos, tampoco permite determinar de
manera objetiva el tamaño del estado, para argumentar esto les planteo un
ejemplo exagerado pero a la vez sencillo que nos permite ilustrar la situación:
Un país puede tener un solo ministerio con mil personas o se puede tener diez
ministerios con cien personas cada uno, en ambos casos el total de funcionarios
será de mil, sin embargo el número de instituciones presenta una gran
diferencia. En lugar del número de ministerios, las variables más apropiadas
para medir el tamaño del aparato burocrático y relacionarlo con otros países
son principalmente:
- La participación de la fuerza laboral dentro del estado
- El número de ciudadanos que atiende cada burócrata
- El porcentaje del PIB que se destina a sueldos y salarios
Diario el comercio ha tomado una variable (número de ministerios) que no refleja la
realidad y para demostrarlo vamos a tomar los dos países que se encuentran en
los extremos del gráfico con el que, en el reportaje, se ilustran las diferencias.
Según el reportaje se da a entender que Ecuador tiene más
ministerios y es el que más gasta y, aunque sin mencionarlo, dejan entrever
que Uruguay al ser el que menos ministerios tiene (13) es el que debe servir de
ejemplo; sin embargo, si dividimos el total de ciudadanos de cada país para el
número de funcionarios públicos tenemos que la distribución per cápita es
favorable para Ecuador; esto es, que cada funcionario en Ecuador atiende a más
ciudadanos que en Uruguay. Manteniendo las proporciones, los datos de la gráfica muestran que el gasto en burocracia en
Uruguay es casi tres veces más que en Ecuador.
Los datos de la Organización Internacional del trabajo al
año 2013 indican el nivel de participación de la fuerza laboral dentro del sector
público (ver Tabla) y ubican a Ecuador como el cuarto país con menor
participación; es decir es uno de los países con la menor proporción de la
fuerza laboral trabajando para el sector público.
Año
|
||||||
País
|
2009
|
2010
|
2011
|
2012
|
2013
|
2014
|
Colombia
|
4,6
|
4,2
|
4
|
4
|
4
|
|
Guatemala
|
5,3
|
6,1
|
5,3
|
6,3
|
||
El Salvador
|
8
|
8
|
15,1
|
8,4
|
||
Ecuador
|
8,4
|
9,6
|
9,2
|
9,1
|
9,2
|
|
Chile
|
10
|
9,9
|
10,5
|
10,6
|
10,7
|
|
Paraguay
|
8,4
|
8,8
|
9,8
|
9,2
|
11,1
|
9,8
|
México
|
12,5
|
12,1
|
98,2
|
98
|
11,8
|
|
Brasil
|
12
|
12
|
12,1
|
|||
Republica Dominicana
|
12,5
|
12,9
|
12,6
|
13,2
|
12,8
|
|
Uruguay
|
14,3
|
14,3
|
14,4
|
14,8
|
14,7
|
14,9
|
Panamá
|
14,9
|
15,8
|
16
|
15,3
|
15,1
|
15,2
|
Costa Rica
|
15,2
|
84,8
|
85,7
|
15,2
|
||
Venezuela
|
18,8
|
19
|
19,8
|
20,5
|
20,1
|
|
Trinidad y Tobago
|
27,7
|
|||||
Argentina
|
16,8
|
17,2
|
18
|
Fuente: Elaboración propia en base a los datos de la OIT
Hay que señalar que el análisis no se termina aquí, es
necesario abordar otros aspectos como la eficiencia, los niveles de
satisfacción de los funcionarios y la ciudadanía, los niveles de remuneración,
de profesionalización, entre otros. La combinación de estas variables para
determinar un modelo de medición se ha hecho ya a través de un estudio llevado
a cabo por el BID en los años 2004 y 2014[2], en
ellos se plasma una metodología interesante que puede servir para ahondar la
discusión en una próxima oportunidad. Solo si les interesa profundizar, hay algunos análisis de la situación en Europa que pueden servir [3].
Se puede concluir que el aparato burocrático en Ecuador no
es de los más grandes de la región, sin embargo aquí no se analizan aspectos
complementarios muy importantes como los niveles de eficiencia y efectividad
que se tienen que discutir. La reforma a la que nos vemos obligados por la
crisis económica mundial más que una tarea debe constituirse en un ejercicio de
mejora continua que nos permita ser más eficientes, ser más productivos y en
general seguir avanzando.
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