En estos tiempos de conflicto político, entre los argumentos
que más se esgrimen por parte de la oposición están: el tema de endeudamiento excesivo
y el de escasa inversión extranjera. Al respecto es conveniente ahondar en
algunos criterios a fin de entender el alcance de tales argumentos y concluir
si son válidos o no.
En el primer caso, el endeudamiento alcanzado por Ecuador
bordea los 34.000 millones de dólares pero, ¿ha sido esta cantidad demasiado
elevada?, para contestar a esta pregunta es necesario entender cuanto dinero
necesitamos invertir en total para estar en condiciones similares a las de un
país desarrollado; se supone que el objetivo es encaminarnos al progreso, no
seguir por siempre como país en vías de desarrollo. Una de las tareas
prioritarias de este gobierno al asumir
sus funciones en el año 2007 fue el trabajar de manera planificada de tal forma
que se sepa a donde nos dirigimos y que caminos existen para llegar a tal
destino. Un primer ejercicio determinó que se requerían de 39.700 millones de
dólares para resolver las deficiencias de infraestructura de servicios básicos,
estos fondos debían ser invertidos a distintos niveles: gobierno central, GADS,
empresas públicas, etc. Adicionalmente
se requería de manera recurrente alrededor de 4.700 millones para cumplir con la
operación y mantenimiento de estas obras. Las necesidades no quedan ahí, el
plan nacional de movilidad señala que para cubrir las necesidades de
infraestructura de movilidad (autopistas, vías, puertos, aeropuertos, etc.) se
requieren de 118.000 millones. Para
cumplir con este titánico proyecto las proyecciones señalaban la necesidad de acudir
a endeudamiento de forma progresiva y llegar hasta un tope del 60% del PIB,
finalmente la Asamblea Nacional determinó que el monto máximo no supere el 40% lo que
obligó a repensar los planes y extender los plazos.
En realidad se requerían 162.400 millones de los que se han invertido alrededor de 68.000;
de este monto, 35.000 millones se han
pagado con los fondos provenientes del petróleo y lo restante se ha cubierto
con deuda, con esos antecedentes juzguen ustedes si se ha invertido demasiado o no. Sobre la deuda contraída, una parte ya ha sido cancelada (preventa petrolera) y el resto se cubrirá
con el reordenamiento presupuestario que permita reorientar los valores de
subsidios ahorrados y utilidades que dejen los proyectos en los que
se ha emprendido. Por ejemplo, solo en hidroeléctricas se tendrá un ahorro de
aproximadamente 1.200 millones anuales.
En lo que tiene que ver con inversión extranjera hay que
aportar más elementos al debate; se escucha de forma repetitiva 2 argumentos:
·
Qué la inversión extranjera es la salvación
porque trae recursos al país
·
Qué Ecuador está cerrado a la inversión
extranjera
En el primer caso, la inversión extranjera per sé no es la
salvación, para que sea efectiva debe contar con algunos elementos que
complementen su efecto positivo en la sociedad; entre otros, el estado requiere de políticas de desarrollo social y de inversión que garanticen el
desarrollo de los sectores con mayores carencias. Un ejemplo muy claro de
inversión cuyo efecto no se muestra prometedor en el largo plazo es Chile, en
este país se cuenta con los mejores indicadores de inversión extranjera directa
y estos se han mantenido así durante al menos dos décadas; sin embargo sus
niveles de desigualdad están entre los más altos de la región; esto
podría, entre otras cosas, significar que el bienestar generado a partir de la
inversión extranjera no han sido bien distribuido, o, en su defecto quizá no
haya habido tal bienestar. Esto último puede sonar un tanto fuerte y para
argumentarlo quiero plantear solamente un dato y dejaré que ustedes saquen sus
conclusiones. Chile tiene una de
las mayores tasas de inversión extranjera directa, alcanzó en el año 2015 el 8%del PIB, sin
embargo ese monto es solo lo que entra al país, si se quiere tener una idea más
clara es necesario mirar el valor que ingresa menos el valor que sale por
concepto de utilidades de la inversión extranjera; más allá de eso, esta
inyección de recursos tan importante debería estimular los saldos de la cuenta
corriente, pero en este caso la cuenta corriente registra saldos negativos. Por
si fuera poco, Chile alcanzó en el 2015 una deuda externa del 70,1% respecto al PIB, pero
volviendo al saldo de la cuenta corriente, ¿Preocupante verdad?.
Sobre la tesis que sostiene que Ecuador se cierra a la
inversión extranjera se puede puntualizar lo siguiente: el no contar con moneda
propia nos hace potencialmente susceptibles a un desequilibrio en caso de que
un capital importante salga de nuestra economía en un periodo corto de tiempo
(capitales golondrina); a
más de eso hay que considerar que desde el año 2015 EE UU subió sus tasas de
interés, lo que estimula el retorno de capitales desde América Latina, esta medida,
por supuesto, constituye un potencial peligro para una economía como la
ecuatoriana que no puede emitir moneda. La razón sobre esto me la acaba de dar
el artículo escrito por Jonathan D. Ostry, Prakash Loungani, and Davide Furceri
en el número para Junio del 2016 de la revista Finance and Development (revista del mismisimo FMI), en el que señalan que el efecto de la agenda neoliberal en lo que tiene que ver con la desregulación de la
cuenta de capitales no siempre es positiva debido a que no toda la inversión es
de largo plazo y que una buena parte de ella está orientada a captar cartera de corto plazo (especular
en otras palabras).
Justamente para contrarrestar esto entra en escena el impuesto
a la salida de divisas (ISD), este grava con el 5% a los capitales que salen
del país y tiene por objetivo evitar la llegada de capitales golondrina y por
el contrario, la exención de este impuesto para los dividendos de la utilidad
de la inversión extranjera y la disminución del impuesto a la renta para
sociedades[1]
buscan estimular la inversión de largo plazo sin aumentar el riesgo
para el país.
[1] Aquí me refiero a la reducción del 25% al 22% de IR
para sociedades; hoy en día se aprobó una subida solo por una vez del 22% al 25% para cubrir las perdidas del terremoto.